EL TREN DE LOS PRESOS DE USHUAIA.
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No fue la necesidad de unir poblaciones o de conquistar estepas lo que hizo que en 1902 se construyera la primera línea ferroviaria en Ushuaia, Argentina.
Fue una prisión y la urgencia por transportar leña hasta sus instalaciones lo que impulsó este hito industrial en los albores del siglo XX. Y es que, un par de décadas antes, el gobierno argentino había levantado un penal en un bosque en las afueras de la ya de por sí lejana Tierra de Fuego.
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Un centro penitenciario que buscaba resultar disuasorio por su ubicación y por las condiciones extremas del sur del continente americano. En su trazado original, sus vías se llegaron a extenderse más de 25 kilómetros a medida que se iba adentrando en el bosque en busca de más madera. La trocha del Tren del Fin del Mundo es de 500 mm, 100 mm menos que la original. La clausura de esta prisión, en 1947.
El Ferrocarril Austral Fueguino (FCAF) o Tren del Fin del Mundo es una línea férrea de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur en Argentina, el cual conecta el Parque Nacional con su capital provincial, Ushuaia convirtiéndose en el ferrocarril en funcionamiento más austral del mundo.
Los primeros prisioneros condenados arribaron en 1884. En 1902 ya era un conjunto de edificaciones para los internos del presidio, y se construye un ferrocarril de rieles de madera para el transporte de materiales, principalmente rocas, arena y leña. En 1909, el alcalde informa de la necesidad de mejorar el servicio hacia la tracción Decauville de 600 mm de trocha; y así se hace hacia fin de año. Por este motivo era llamado el "Tren de los Presos" y llevaba tanto madera para calefacción y cocina como para la construcción.
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La vía férrea fue paulatinamente extendiéndose más dentro del bosque, en áreas remotas a medida que la madera se agotaba. Llegó hasta el valle del Río Pipo en terrenos más altos. La constante edificación llevó a las autoridades del Presidio a poner a los prisioneros en muchos servicios.
En 1947, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón y su director del Servicio Penitenciario Federal Roberto Pettinato clausuran el presidio y lo reemplazan por una base naval. Dos años más tarde un terremoto en 1949 bloqueó y destruyó mucho de la línea. No hubo ninguna preocupación del gobierno por despejarla y reconstruirla. El servicio se hizo inviable y se cerró en 1952.