Nos encontramos en la provincia de La Pampa, explorando la Reserva Provincial conocida como "Parque Luro". Después de aparcar, iniciamos nuestro paseo por los senderos que serpentean a través de un bosque de caldénes. De repente, algo capta nuestra atención.
Una mansión se alza majestuosa en el centro del parque. Es el edificio principal de la estancia "San Humberto", hogar de numerosas historias que pronto revelaremos.
La gran casa de estilo europeo, silenciosa testigo de épocas pasadas te invita a recorrer sus pasillos y a visualizar la vida de otros tiempos. Don Pedro Luro, con su visión y firmeza, marcó un legado perdurable, que se entrelaza con la tierra que caminas.
En la primera década del siglo XX, Pedro Olegario Luro estableció en el bosque el más grande coto de caza del mundo y el primero de su tipo en el país.
Personalidades destacadas se congregaron allí, hospedándose en el espléndido castillo de estilo francés de la estancia San Huberto, actualmente reconocido como Monumento Histórico Nacional. Fue el escenario de la significativa campaña por la provincialización de La Pampa y de encuentros para discutir cambios territoriales jurídicos.
No obstante, la historia del terreno se remonta a un pasado más lejano, iniciándose con la Conquista del Desierto. En aquel entonces, Antonio Ataliva Roca, hermano del presidente Julio Argentino Roca, obtuvo por Ley de Premios 180.000 hectáreas en la región del caldenal. Las tierras, distribuidas en vida entre sus descendientes, pasaron en parte a una de sus hijas y a su marido, Pedro Olegario Luro Pradere, quien estableció el "Establecimiento San Huberto" en honor al santo patrón europeo de los cazadores, y lo pobló con ciervos colorados y jabalíes importados de los Cárpatos, liberados en un cercado de 800 hectáreas.
El año 1909 marcaba un camino hacia una vida marcada por la actividad empresarial y política que frecuentemente lo llevaba a Europa. Sin embargo, con el fin de la Primera Guerra Mundial, los europeos cesaron sus visitas a la estancia y Luro perdió interés en ella. Tras su muerte, una deuda significativa con el Banco Hipotecario Nacional resultó en la subasta de la propiedad, que fue comprada por Antonio Maura y Gamazo, nacido en España en junio de 1885. Casado con Sara Escalante, viuda de Jorge Newbery, la pareja se instaló en la estancia, realizando cambios y dedicándola a la cría de caballos de polo y al aprovechamiento del bosque de caldén.
Tras el fallecimiento de Maura en 1964, Inés Maura de Roviralta, su única hija, vendió parcelas al Gobierno de La Pampa y repartió el resto entre sus descendientes. Después de varias restauraciones, el lugar se estableció como la Reserva Provincial Parque Luro con la promulgación del decreto 1635.
"El lujo no es vulgaridad" podría haber dicho Don Pedro.
Inicialmente, alrededor de 1907, Luro erigió un chalet de madera en estilo pintoresquista y, posteriormente, comenzó una obra en mampostería. De hecho, la primera edificación es un bloque de planta cuadrada, una de las alas del diseño del arquitecto francés Alberto Favre.
Luro comenzó con un ala, y eso fue lo que se construyó; la edificación se realizó en dos pisos, aunque el diseño original contemplaba tres. Poseía un techo de chapa y su estilo deriva del clasicismo francés", relata Liliana Eva Steibel, arquitecta de la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura de La Pampa.
En el interior se resaltan los suelos de pinotea y los pisos calcáreos en los baños. En la sala principal, destaca el hogar tallado en madera. En París, se encaprichó con un hogar de madera de un restaurante, pero al negársele la venta, compró el establecimiento entero para trasladar el hogar a su casona, se instaló una caldera y un sistema de cañerías para agua caliente, innovador para su tiempo.
Al igual que el hotel Edén de La Falda en Córdoba, El Castillo no se queda atrás con sus historias de fantasmas, algunas incluso capturadas por cámaras sorprendidas por el descubrimiento. Curiosamente, ambas edificaciones comparten leyendas que incluyen visitas internacionales, lujos de antaño, periodos de abandono, deudas y cambios de dueños, creando así la mística necesaria para convertirse en atractivas propuestas turísticas que no solo recorren el centro del país, sino que también se adentran en la Patagonia Argentina.
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